TIEMPOS DIFÍCILES, SOLUCIONES EFECTIVAS

Hoy en día es difícil encender la radio, la televisión e incluso nuestros teléfonos sin oír o ver información sobre la maldita COVID-19. Por desgracia, parece que cada vez más nuestros allegados se contagian con mayor asiduidad y el virus cada vez parece estar más cerca de nosotros. La pregunta que todo el mundo se hace ¿son las vacunas suficientes para evitar nuestra entrada en una unidad de cuidados intensivos (UCI)?

La respuesta es compleja, pero digamos que las vacunas disminuyen nuestra posibilidad de terminar en una UCI, esta sería una ayuda de forma exógena, pero, ¿qué podemos hacer nosotros para mejorar la eficacia de las mismas? O ¿qué podemos hacer para que esta enfermedad tenga un mejor pronóstico si nos alcanza?

Varios son los aspectos que son capaces tanto de mejorar la eficacia de las vacunas para mejorar nuestra respuesta inmune frente al virus como para mejorar la respuesta de nuestro sistema inmune una vez nos hemos contagiado del virus, comencemos por el primero:

 

1.- Ejercicio físico

Aproximadamente un cuarto de la población mundial se considera físicamente inactiva (lo que significa que no alcanzan las recomendaciones mínimas recomendadas por la organización mundial de la salud). Además, existe evidencia en el contexto de la actual pandemia, de que las medidas preventivas que se han tomado tales como el distanciamiento social o el confinamiento han promovido comportamientos sedentarios y de inactividad física.

La inactividad física puede promover la inflamación crónica de bajo grado, una de las características comunes de varias enfermedades tales como la resistencia a la insulina (precursora de la diabetes), la disfunción del endotelio vascular (capa muscular de las arterias) que aumenta el riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares, la hipertensión arterial o la sarcopenia (pérdida de masa muscular).

Por el contrario, los efectos del ejercicio físico en el sistema inmune están bien documentados, por ejemplo 4 semanas de ejercicio de moderada-alta intensidad por intervalos mejora el número de linfocitos encargados de luchar contra las infecciones. Además, el ejercicio físico realizado de forma regular es capaz por si mismo de atenuar la inmunosenescencia (proceso a través del cual ocurre la disfunción progresiva del sistema inmune a medida que envejecemos).

 

2.- Manejo del peso corporal

Cuando hablamos sobre manejo del peso corporal nos referimos específicamente a un componente específico del peso, la masa grasa, y en especial la masa grasa visceral (masa grasa que se acumula en la zona baja del torso, alrededor del área abdominal), la cual se asocia con el aumento del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, además de asociarse con un aumento del envejecimiento acelerado y la subsecuente disfunción del sistema inmune.

Un exceso de masa grasa, en particular de la masa grasa visceral, se caracteriza por el incremento y la producción de sustancias pro-inflamatorias, las cuales podrían dar lugar a la anteriormente mencionada inflamación crónica de bajo grado. Por tanto, una masa grasa visceral elevada podría disminuir la respuesta inmunitaria ante una infección del COVID y por tanto empeorar el pronóstico de la enfermedad.

 

3.- Manejo de los hábitos alimenticios

Nuestro estilo de vida actual ha traído diferentes cambios en la dieta y los hábitos alimenticios, particularmente el extenso consumo de alimentos ultraprocesados con un alto contenido en azúcares, sal y aditivos ha causado un incremento en el consume de calorías diario. La abundancia y disponibilidad continua de alimentos ha dado lugar a patrones de alimentación caracterizado por realizar una gran cantidad de comidas por día, abriendo así mucho la ventana de alimentación.

En este contexto surge el famoso ayuno intermitente y la restricción de las comidas realizadas durante el día, los famosos beneficios que se le atribuyen a la restricción de horas de consumo de alimentos parece que mejoran la composición corporal igual que la restricción de calorías, aunque se realicen cinco comidas durante el día.

Dicho de otro modo y mucho más claro, lo que realmente nos hace mejorar nuestra composición corporal es la restricción de las calorías que ingerimos, más que el tiempo en el que las consumimos. Aunque si que existen factores interesantes como la cronobiología de los alimentos, pero eso es harina de otro costal.

En definitiva, un exceso de calorías consumidas nos lleva a una mayor acumulación de masa grasa y en definitiva a generar la anteriormente mencionada inflamación crónica de bajo grado con los efectos deletéreos que esta tiene sobre la salud.

 

4.- Vitamina D y exposición solar

Este aspecto parece que en un país en el que el sol es algo que está presente 300 de los 365 días del año no parece ser relevante, sin embargo, tanto los residentes en España como en Italia son los que mayor deficiencia de vitamina D poseen en comparación con otros países como Noruega o Alemania (países que poseen mucha menos exposición solar).

¿Para qué es importante esta vitamina?

Mientras que tradicionalmente se ha conocido su papel en el metabolismo óseo y en la función del sistema musculoesquelético, la vitamina D ha recientemente ganado atención como un modulador importante de la salud del sistema inmune. Parece ser que esta vitamina modula ambos componentes del sistema inmune (tanto el adaptativo como el innato) y podría mejorar la respuesta inflamatoria a una infección viral (p.e. COVID).

 

5.- Manejo del estrés

El estrés es algo con lo que en mayor o menor medida todos tenemos que lidiar en nuestro día a día, sin embargo, altos niveles de estrés mantenidos en el tiempo pueden dar lugar a una desregulación del sistema inmune, además, altos niveles de estrés se han relacionado con un mayor riesgo de sufrir infecciones respiratorias agudas.

Aunque no se ha observado una correlación directa entre la infección por COVID y desórdenes tales como la depresión, las situaciones estresantes que ha afrontado la gran mayoría de la población (trabajo, familia, situación estatal, etc.) pueden dar lugar a estrés mantenido en el tiempo, lo cual lleva a una disfunción del sistema inmune y por tanto un aumento del riesgo si se contrae el COVID.

Así, estrategias que ayuden a reducirlo tales como la meditación, la respiración, el mindfullness y diferentes tipos de yoga serán una herramienta eficaz en el abordaje de la prevención y tratamiento de esta patología.

 

6.- Sueño y ritmos circadianos

Por último, pero no menos importante la disrupción y/o falta de sueño y desregulación de los ritmos circadianos son un problema prevalente en nuestra población provocados en parte por largas jornadas de trabajo, el acceso continuo a luces artificiales (teléfonos, televisión, ordenadores, etc). Ya existen estudios que han demostrado que tras el confinamiento impuesto durante la pandemia se ha producido una disminución en la cantidad y la calidad del sueño.

Esta disminución del sueño y disrupción del ritmo circadiano se asocia con una disfunción del sistema inmune y un estado pro-inflamatorio, aumentando los niveles de proteínas pro-inflamatorias y de cortisol (principal hormona del estrés). Por tanto estrategias como el ejercicio físico realizado de forma regular, evitar el uso de pantallas artificiales al menos con dos horas de antelación antes de dormir y generar hábitos que regulen nuestros ritmos circadianos nos ayudarán a mejorar el funcionamiento de nuestro sistema inmune y por tanto tendremos una mejor respuesta a cualquier ataque que pueda recibir.

Imagen resumen de aspectos que pueden potenciar la eficacia de las vacunas (en azul) y que pueden disminuir la eficacia de las vacunas (en rojo).

 

Daniel Canseco Macías
Daniel Canseco Macías     Director Técnico ENSA SPORT